viernes, 2 de abril de 2010

"MERECIDO FINAL"

CAPÍTULO I
Las manos de Sofía tiemblan mientras recuenta la onerosa suma de dinero que le entregará al chino por su ilegítimo pasaporte. Enciende su tercer cigarrillo de la mañana y hace amago de releer la carta que le despedirá de los gemelos, pero desde la primeras líneas las palabras duelen. Respeta la doblez del folio y lo introduce en el sobre que ya tiene remite. Lo coloca debajo de una fotografía durante unos segundos, para luego retirarlo mientras balbucea que ese no es el mejor sitio, que madre descansa en paz.
Después de espabilarse con una ducha de agua fría, que advertía desde ayer la bombona de gas, se viste con su pantalón pitillo preferido y calza su tacones altos que estilizan más su figura. Apresura su maquillaje y retoca su cabello, peinado cada viernes en la peluquería.
A las once en punto sale de casa. A los pocos minutos, subida en un taxi indica la dirección concreta a la que desea dirigirse.
El chino, de rostro curtido y serio, le tiende el documento que ella ha contratado. Sofía palpa su textura y comprueba, con detenimiento, sí las medidas, las fechas, los números y el fondo son claves idénticas a las originales.
Sehila Cartos Herculano, son los nuevos datos que identifican su rostro. El nuevo nombre bombardea su mente, mientras su corazón acelera el latido. De pronto ese estado de aturdimiento lo interrumpe el chino, que recuerda el importe al que asciende su trabajo. Sofía deposita dos mil euros sobre la mesa y advierte que la diferencia fue entregada en la anterior cita. El hombre asiente con la cabeza, mientras suma los billetes de quinientos y cien euros. Se despiden con un abúlico apretón de manos e hipócritas sonrisas, y poco importa el porvenir del otro. CONTINUARÁ