viernes, 16 de abril de 2010

"MERECIDO FINAL"

CAPÍTULO III

Llega a casa a una hora temprana, que le permite comer pronto y sestear un rato. Necesita descanso para su coraje. A las seis de la tarde telefonea a los gemelos y queda con ellos a las nueve para cenar en su apartamento. Los chicos se muestran conformes, su madre está ausente por motivos laborales y ellos deseosos de dictar justifica a su padre.

Durante las próximas dos horas Sofía ultima los detalles de ese día: comprueba el pasaporte que la nombra como Sehila, mira el billete que le llevará a un país que no conoce y varias veces desenfunda el revolver que será su cómplice. Tragos generosos de whisky ayudan a su talante.

Las agujas de reloj, posan sobre las ocho y ordenan acción a sus planes. Vuelve a llamar al móvil de los gemelos para decirles que le esperen en su casa, que ella llegará un poco tarde. A continuación marca el teléfono del domicilio donde viven, debe comprobar si su padre se encuentra en casa. La mano le tiembla mientras marca los nueve dígitos. Una voz masculina atiende su llamada. Es él, adivina, y temblorosa cuelga.

Aún asustada, cambia su vestimenta por ropa deportiva, y aunque la detesta, selecciona unas cuantas prendas cómodas para hacer su equipaje.

Coloca la carta para los gemelos en el felpudo del recibidor, cuando la lean descubrirán que no habrá cena, que no debatirán más juicios, que ya no le deben nada al miedo. Con un barrido de mirada despide a su solitario hogar, al que renuncia con un emotivo portazo. CONTINUARÁ