lunes, 30 de mayo de 2011

"EN NOMBRE DEL LECHUZO"



CAPÍTULO I


Desde hace dos años, hasta hoy, Lola ha sido la loca del barrio. Nadie creía lo que contaba de su bebé, aunque a todos les sorprendía la maternidad de la vecina. Es el gato de por las noches, el del maullido de llanto de niño –decía cada vez que algún curioso se acercaba a conocer a la criatura. Ante la incredulidad del visitante, Lola descubría la cabecita de su bebé-gato y mostraba su pelo blanco; los dedos de sus manos -sólo cuatro-, todos nutridos con el mismo pelaje suave de antes y armados con uñas fuerte y agudas. Algunos hasta apreciaban el color amarillo de aquellos ojos grandes. Pero a nadie le convencían, pasado el pasmo, los fundamentos de Lola; achacaban las semejanzas mininas a posibles deformaciones fetales.

Además Feliciano, vecino tosco que no se llevaba con Lola, se encargó de chismorrear por todo el pueblo de que él sí había notado el embarazo, disimulado con el sobrepeso y las ropas anchas. Es del chatarrero – añadía el embustero con tal persuasión que la comunidad llegó a creer que la solterona y beata de Lola había tenido un desliz con el chatarrero. Desliz que pagó caro –añadía el fanfarrón de Feliciano- quedó preñada la muy viciada y ese pecado la está volviendo loca, con lo de su bebé-gato, que llama Miki. Que Dios la perdone –concluía satisfecho.


Lola conocía las calumnias que murmuraba el pueblo pero la dedicación a Miki y a sus plegarias le amparaban de ellas. Además, la única persona que podía desmentirlas era su vecina Antoñita, que también presenció la dura transformación de Miki; pero Antoñita, anciana inocentona, temía ser la otra chiflada de aquella extravagante historia. CONTINUARÁ