En la escalera de la vida
no todos son matices blancos
ni negros.
Es la fusión de sus tonos
la que aporta estabilidad,
armonía y tenacidad.
Los primeros pasos son titubeantes
pero apuestan en equilibrio
con tierna viveza.
Los últimos, que asientan costosos,
llegaron con la experiencia del camino,
y a pesar de los tropiezos
tuvieron recompensa.
Ya estás en el último,
casi a un paso del cielo,
pero no temas.
Aquí solo hay un regalo,
un paisaje casi eterno
de la sierra de este pueblo.