- Son quinientos euros –despacha Marta – pero se incluyen todas las comidas y tiene plena libertad para descansar en el salón – se apresura a decir, previendo que Jacinto desestimará la oferta.
Jacinto demora su respuesta y los minutos de espera reducen la esperanza, que Marta tiene de mantener su hogar. Pero los mismos, dan cabida a las persistentes reflexiones de Jacinto: “¡Quinientos euros! Ya no habrá mas calle. Mi pequeña pensión la empeñaré por estar a su lado. ¿Y ya no habrá mas vino? Maldito subconsciente, maldita dependencia. Maldito vino que robo mi cordura, me encerraron por loco y me restringieron la capacidad de administrar mis riquezas. No habrá mas vino, ella necesita mi dinero. Yo necesito su compañía o ¿necesito más al vino?”
- Señor Jacinto, ¿se encuentra bien? – evade Marta esos pensamiento acusadores- perdone la urgencia pero necesito una respuesta.
- Si hija, perdón –se disculpa el hombre –acepto el alquiler y a Marta se le vuelve a escapar una de esas sonrisas onerosas.
El propio día se convierte en escenario para habituarse a la presencia del otro. Presencia silenciosa, solo interrumpida por explicaciones ambiguas de una propietaria incómoda.
La tarde cae con parsimonia y Jacinto recuenta los últimos cinco euros de mes, que guarda en su bolsillo. Abandona su reciente pensión, para fundirlos. Ella se dedica a planchar el disfraz de su noche de viernes: una minifalda verde pistacho y un estrecho corpiño brillante. Cuando acaba vuelve a colocar, con esmero, el uniforme del supermercado sobre la tabla de planchar; su doblez sigue intacta.
Jacinto en un bazar de la esquina, gasta su poco dinero: dos euros con sesenta, para una libreta de líneas, un lapicero y un borrador; un euro para un detergente barato que adecente su ropa y el resto para el último chato de vino, por un tiempo.
Aquella noche ni siquiera se despiden. Ella marcha presurosa, él, en su cuarto, imagina la salida. CONTINUARÁ
miércoles, 14 de julio de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Vidas para nada paralelas nos presentas. Me gusta eso.
ResponderEliminarQuerida Mary,
ResponderEliminarCoincido con Ricardo. Tal vez esas distancias sean las que los llevan a despedirse de una manera tan fría como lo hacen al final de esta entrada.
Destaco el lenguaje icónico entre los personajes, que manejan un subtexto aparte del diálogo que nos presentas.
Y bueno, tienes una serie de aciertos en lo que ya he comentado con anterioridad: el manejo del suspenso que hace que mantengamos el interés por este hermoso blog tuyo.
¡Besitos y felicidades!
Hola Mry!
ResponderEliminarSe prevee una historia muy interesante entre los dos.
la sigo con expectación!
un abrazo! Bea.