Es primavera. Los campos contiguos del pueblo extremeño recobran la belleza arrebatada por el invierno, pero Tina tirita de miedo. Su cuerpo convulsiona de frío. Huye del último golpe, que con premeditación azuzó los cardenales, nunca desteñidos. Lanza un grito de lamento, que agoniza su propia historia. Una historia de tintes tristes y matices amargos.
Recorre tambaleándose la callejuela estrecha y maloliente que le aleja de su cárcel y carcelero. El temor a la persecución y arresto, incita a su mirada a rastrear el camino andado y es un alivio comprobar que por un momento es libre. Su libertad se vio presa, el día que lució, con orgullo, un vestido blanco para ir a la Iglesia. Desde entonces, aprendió a perdonar lo imperdonable, a tolerar lo intolerante, a llorar en silencio, a silenciar el llanto, a morir viviendo, a vivir deseando morir.
La hinchazón de su ojo derecho amenaza con reventar, si no pone los paños fríos que otras veces calman el dolor. Pero esta vez no dispone de tiempo para atender a sus lesiones; sólo quiere caminar sin rumbo. Adopta un paso metódico, propio de un vagabundo; con la cabeza cabizbaja su cuerpo apenas esboza su sombra.
Vaya, acabo de ver que soy el visitante 6.000 a tu blog, menudo tirón que tiene este espacio. Ahora que no me extraña nada, fíjate cómo empezamo ya un nuevo relato y cómo me he quedado ya en espera de ver qué le pasa a Tina... Ya podías haber contado algo más... ¡ahora una semana de tensa espera!
ResponderEliminarEnhorabuena, por tu talento, por tu talante, por tu arte
Un abrazo
simplemente genial,
ResponderEliminares un relato precioso.
recuerdos.
Gracias por dedicar parte de tu talento a sensibilizar a la gente sobre la violencia de género, con este relato que empiezas es más fácil ponerse en la piel de tantas y tantas victimas. bs
ResponderEliminarHola Mary, Gracias por escribir sobre un tema tan delicado y que desgraciadamente, siempre va sobrar temática para hacerlo. Como siempre genial. UN BESO
ResponderEliminarQue bien te expresas Mary!! Es precioso leer lo que escribes, a pesar de lo duros, dolorosos que puedan llegar a ser algunos fragmentos de tus relatos. Un abrazo sentido, amiga. Además siempre comprometida con temas con los que no debemos acostumbrarnos sólo a verlos en prensa como una cifra o un apunte triste que puede quedar en el ovido por ser, desgraciadamente, tan frecuente aún.
ResponderEliminarUna vez más gracias por vuestros comentarios, como siempre contribuyen a mis deseos de escribir y compartirlo con vosotros. A todos vosotros, gracias.
ResponderEliminarSiempre, siempre estaré agradecido de poder leer tu obra. Una de sus cualidades (ya quisiera yo tener la mitad de tu talento), es la perfecta dosificación de la emoción, del ritmo y del suspenso.
ResponderEliminar¡Felicidades, Mary, por tanta gracia!